lunes, 30 de noviembre de 2015

SABUDURÍA DE VIEJA !...

"Mira, mija, pa´que dejes de andar quejándote, te voy a dar unas cuantas sugerencias pa' que vivas bien, y no nomás sobrevivas...
¡Mírame a mí, estoy en la flor de la vida y me sigo riendo !

1.- Agradece por todo!!!
No te quejes, dale gracias a Dios que estás, que sigues, y que vives, nomás piensa que a otra bola de gente ya se la llevó...¡la vida!
2.- Cuando puedas comer... come,
cuando puedas dormir... duerme,
cuando puedas disfrutar... disfruta,
cuando puedas trabajar ....trabaja,
y si aún puedes, échate unos traguitos, juega con los hijos, haz el amor o ponte a silbar, a cantar en la ducha, y dá gracias a Dios porque tienes Salud.
No te la pases quejando,
¡¡ayyy si hubieraaaa!, ¡¡ayyy les di! ...¡ayyy si tuviera... ¡cuánto sacrificio!, ¡no m'ijita, altas y bajas siempre han habido y siempre habrán!
3.- Si en la noche no puedes dormir,
sí estás vuelta y vuelta en la cama,
pos' párate y ponte a hacer algo, arregla un cajón, plancha tu blusa pa mañana, ponte a leer,
porque si te quedas acostada con los ojos abiertos...
¡vas pensar puras huevadas!
Y lo pior es que te paras y las haces...
Ya de por sí......
4.- Los problemas grandotes, esos que son del mundo, y que se oyen en la televisión, que sí se está calentando el planeta, que sí a tal país ya se le llevaron los dineros, que si los narcos.....
¿esos mija?, mándalos a la m........
¡¡no los vas a arreglar tú!
Luego ni les entiendes, ¡no te hagas bolas!
Deja que los que pueden, los arreglen.
Pero tú... ocúpate de los que se ven más chiquitos, esos que sí están en tus manos.
Despabílate, aunque sea a ratos, atiende esos, los demás ¡¡a la p…. madre!!
5.- Si te dan... agarra todo lo que te den.
Agárralo, aprovéchalo, así sea un beso o una pendejadita,
porque uno vive pensando, que las cosas las genera uno, pero no sabes de qué forma te llegan...
¡así que tú agarra y no te acorbades!
6.- ¡Ahhh! pero eso si..
¡No agarres lo que no es tuyo¡
ni la bicicleta, ni la bolsa, ni el dinero, ni al marido o amante de otra, lo ajeno respétalo, es de otra, cada quien tiene lo suyo, ¡lo que se gana y lo que se merece!
7.- Lo que hagas hazlo con ganas, con muchas ganas y mucho gusto,
y hazlo bien o no lo hagas
y déjate de pendejadas,
olvídate de las envidias
tú ...a lo tuyo porque no sabes cuánto vales...
8.- Cuídate de las cabronas y aléjate de las pendejas, fíjate bien como son ....porque ¡¡hay malvadas!,
conócelas y nunca seas como ellas..
Ayuda y escucha a tus amigas,
no hables mal de la gente, ní de las cabronas, ni de las pendejas,
sé orgullosa, pero no seas arrogante ni prepotente.
Sé humilde, no agachada;
sé valiente, no imprudente.
Cuando ganes, sonríe, cuando pierdas, no armes un escandalo, y si te dá la gana... llora.
9.- Nunca te preocupes por lo que no tienes, por lo que no puedes comprar,
cuántas cabronas que tienen todo el dinero del mundo están en la cárcel, enfermas de la cabeza, o guardadas en un hospital, asustadas e inseguras, o tienen un marido pendejo, no son felices, no saben comunicarse, no tienen una familia como la tuya.
Tú tienes algo más valioso que es ....tu gente y tu salud.
10.- Manda a la mierda
ocupe porque ya te va a llevar!
¿Así ?, ¿o más claro?
Y, por último, mijita, si la vida te dá limones ...
¡¡ Qué limonada, ni qué mierda!!
'
' TU PIDE TEQUILA Y SAL''
 la Muerte
que sea ella la que se preocupe por no poderte llevar,
y no seas tú la que se pre

MARAVILLOSA REFLEXION!


El marido llegó con su Padre y le dice: Papá, no aguanto más a mi esposa, quiero matarla, pero tengo miedo que me descubran! Me puedes ayudar?

A lo que su Papá respondió: Claro que sí hijo, pero tendrás que hacer las paces con ella para que nadie desconfié de ti cuando ella muera.

Debes cuidar de ella muy bien, ser gentil, agradecido, paciente, cariñoso, menos egoísta, retribuir siempre, escuchar más..
Ves este frasco aquí? todos los días colocarás un poco de este polvo en su comida. Así de a poco ella irá muriendo.

Pasados 30 días el hijo volvió y le dijo a su Padre:
No quiero más que muera! Pasé a amarla... y ahora? cómo hago para cortar el efecto del veneno?

El Padre entonces le respondió:
No te preocupes! Lo que yo te di fue polvo de arroz.
Ella no va a morir, pues el veneno estaba en ti!
Cuando alimentamos rencores, morimos poco a poco.

Es necesario que podamos hacer las paces con nosotros mismos y con quienes nos han ofendido.

Que podamos tratar a los otros como nos gustaría ser tratados.

Que podamos tener la iniciativa de amar, de dar, de entregarnos, de servir.. Y no sólo de querer ganar, de ser servidos, de sacar ventaja de explotar al otro.
Comparte la información, difunde el amor!

Cometí muchos errores!


Cometí muchos errores!
Reí con falsas amistades!
Tropecé 2 veces con la misma piedra
y cuando decía "nunca más",
caí estampado por tercera vez!
Perdoné demasiado, callé "te quieros"
que por miedo se quedaron en el aire.
Callé verdades por no hacer daño!
Abracé personas que no se merecían
ni el roce de mi piel.
Disfruté de pequeños detalles
y aprendí poco a poco en qué consiste vivir.
Y el verdadero secreto está en...
NO ARREPENTIRSE DE NADA!

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar(Excelente reflexión y enseñanza!)


Estaba un hombre a la orilla del camino sentado en una piedra, bajo la sombra de un frondoso árbol; se le miraba triste y meditando cabizbajo. Casi, casi a punto de soltar el llanto. Así lo encontró su compadre y amigo de toda la vida, quien al verlo en semejante situación, le preguntó cuál era el motivo para estar en una situación tan desesperante.

- Compadre, ¡¡la desconsiderada es mi mujer!! Ella es la culpable de mi situación. Esta noche la desaparezco; pero que se muere, se muere.

- No diga eso compadre, mejor dígame por que la quiere matar; a lo mejor yo puedo ayudar a encontrar una mejor solución al problema.

El compadre después de respirar profundo y conseguir la calma, empezó su relato:

Mire compadre, usted sabe que somos muy pobres y en mi humilde rancho la única forma de acompañar los frijoles es con un pedazo de carne que consigo en el monte cuando salgo de cacería.

Me voy con mi escopeta, paso varios días de penalidades, arriesgándome con los peligros del monte, esquivando víboras y animales salvajes, soportar la terrible comezón que me producen las garrapatas, los piquetes de mosquitos, aguantar el frío de las noches que se mete hasta los huesos

Luego, por fin, si la suerte me socorre, logro cazar un venado; pero aún así, tengo que cargarlo a mis espaldas todo el largo camino de regreso al pueblo y subir la cuesta de la loma hasta llegar a mi casa.
todavía no termino de llegar, cuando aparece mi señora con el cuchillo en la mano e inmediatamente empieza a repartir el venado entre los vecinos y sus familiares. Que una pierna pa'doña Juana, que otra para doña Cleo, que este lomito pa'mi mamá, que las costillitas pa'mi hermana, que esto pa'ca que esto pa'llá y a los dos o tres días de nuevo sin nada que comer el tonto, otra vez de cacería.
Pero ya me cansé y esta noche la desaparezco.

El compadre después de meditar un momento, le dio la solución:

-Invite a su mujer a cargar el venado. 

-¡¿Qué?!

- Sí llévese a la comadre de cacería, no le diga las penurias que pasa para llevar el venado a casa. No le hable de los caminos empredrados, ni los mosquitos, ni los peligros, ni del frío. Invítela a la cacería para que disfruten juntos de los bellos paisajes, del esplendor de las estrellas que cobijan la noche, de los manantiales cristalinos que reflejarían romanticamente sus imágenes, de la graciosa manera en que caminan los venados, como si fueran bailarines de ballet; del dulce canto de los grillos y pájaros silvestres ... en fin, píntele bonita la cosa.

El compadre siguió el consejo y por supuesto la convenció.
Ella, entusiasmada fue con falda larga hasta el tobillo, que poco a poco se le desgarraba con las púas en el camino; la blusa le quedó toda dañada, los zapatos se le rompieron por las piedras y las espinas la hicieron sangrar. El cabello se le maltrató: le quedó tieso como estropajo. Se le pegaron por todas partes garrapatas y bichos. Las manos llenas de ampollas y llagas que se le hicieron al abrirse paso entre el espeso monte y estuvo a punto de sufrir un infarto al toparse con una enorme víbora.

Por fin, después de tantos martirios encontraron un venado. El hombre sigiloso se acercó a su presa, localizó el blanco justo para liquidar al escurridizo animal; con agilidad pasmosa disparó y el venado cayó muerto. La mujer no cabía de júbilo pensando en que su sufrimiento había terminado, pero no era así. 

- Ahora mi amor, quiero que cargues el venado para que veas lo bonito que se siente, le dijo el hombre masticando con una expresión rabiosa cada una de sus palabras.

La mujer casi se desmaya ante la mirada asesina de su marido, pero ante la desesperación por regresar a sus casa, ni para protestar tuvo alientos. Cargó el venado en su espalda hasta su casa, casi muerta con las piernas temblando, jadeando y a punto de reventársele el corazón; al llegar tiró el animal en la sala de su casa.

Sus hijos y vecinos salieron a recibir a la pareja de cazadores y acostumbrados a la repartición, gritaron con alegría:

- ¡¡¡ Vamos a repartir el venado!!!

La mujer tirada en el piso, hizo un esfuerzo sobrehumano para levantar la cabeza y con los ojos inyectados de sangre, volteó a los vecinos y agarrando aire hasta por las orejas, les gritó:
- ¡¡¡ El que me toque ese venado, lo mato!!!

REFLEXIÓN
Para valorar el esfuerzo ajeno y respetar la real dimensión del trabajo de los demás, todos debemos aprender a "cargar el venado".
Muchos tienen riquezas, empresas y comodidades porque durante años cargaron muchos venados para llegar donde están ahora ...

Y muchos otros, como la comadre del cuento, siempre esperan cual hienas a que llegue el familiar, el vecino, el amigo, el conocido o hasta el desconocido con el venado a cuestas para caerle y desgarrarlo, sin importar el esfuerzo que les ha costado conseguirlo.

La experiencia adquirida con el paso de los años nos ha enseñado. Que sólo se valora aquello que se ha adquirido, como resultado de nuestro arduo trabajo, que sólo cuidamos aquello que nos ha costado esfuerzo, sudor sacrificio y hasta lágrimas.

¡Pásalo a tus hijos y amigos ...Saludos.


EL CIELO Y EL INFIERNO (Excelente Reflexión)


Una mujer que se llevaba muy mal con su esposo sufrió un paro cardíaco. Casi a punto de morir, un ángel se presentó ante ella para decirle que, evaluando sus buenas acciones y sus errores, no podría entrar al cielo; y le propuso permitirle estar en la tierra unos días más hasta lograr cumplir con las buenas acciones que le faltaban. 

La mujer aceptó el trato y se regresó otra vez en su hogar junto a su esposo. El hombre no le dirigía la palabra porque hacía tiempo que estaban peleados.
Ella pensó:
- Me conviene hacer las paces con este hombre. Está durmiendo en el sofá, hace tiempo dejé de cocinarle. Él ahora está planchando su camisa para salir a trabajar, le daré una sorpresa.

Cuando el hombre salió de la casa, ella empezó a lavar y planchar toda la ropa de él. Preparó una rica comida, puso flores en la mesa con unos candelabros, y un cartel en el sofá que decía: “Creo que puedes estar más cómodo durmiendo en la cama que fue nuestra. Esa cama donde el amor concibió a nuestros hijos, donde tantas noches los abrazos cubrieron nuestros temores y sentimos la protección y la compañía del otro. Ese amor, aún con vida, nos espera en esa cama. Si puedes perdonar todos mis errores, allí nos encontraremos”.
Tu Esposa

Cuando terminó de escribir el último renglón “Si puedes perdonar todos mis errores” pensó: ¿me he vuelto loca?, ¿yo voy a pedirle perdón cuando fue él quién empezó a venir enojado de la calle cuando lo echaron de la fábrica y no conseguía trabajo?. Yo tenía que arreglarme con los pocos ahorros que teníamos haciendo malabares, y todavía tenía que soportar su ceño fruncido. Él empezó a tomar, aplastado en el sillón, exigiendo silencio a los niños que sólo querían jugar. Él empezó a gritarme cuando yo le decía que así no podíamos seguir, que yo necesitaba dinero para mis hijos. Él lo arruinó todo; y ¿ahora yo tengo que pedirle perdón?

Enfurecida rompió la carta y escuchó la voz del ángel que decía:
- “Recuerda: algunas buenas acciones y alcanzarás el cielo, de lo contrario no podrás entrar”.

La mujer pensó:
- ¿Valdrá la pena?, y rehízo la carta agregando aún más palabras cariñosas: “No supe comprender nada entonces, no supe ver tu preocupación al quedarte sin empleo, luego de tantos años con un salario seguro en esa fábrica. ¡Debiste haber sentido tanto miedo! Ahora recuerdo tus sueños de “cuando me jubile haremos”. Cuántas cosas querías hacer al jubilarte. Pude haberte impulsado a que las hicieras en lugar de obligarte a aceptar estar todo el día sentado en ese taxi.
Ahora recuerdo aquella noche de locura cuando rompí esas cartas de amor que habías escrito para mí, y prendí fuego a todas las telas de los cuadros que pintabas. En ese momento me enfurecía verte allí, encerrado en ese cuarto gastando nuestro dinero en pomos de pintura para nada, o sentado en ese escritorio escribiendo tonterías para mí. Debí haberte impulsado a vender esos cuadros. Eran realmente hermosos. Estaba desesperada, yo también me sentía segura con el salario de la fábrica y no supe ver tu dolor, tu miedo, tu agonía.
Por favor perdóname, mi amor. Te prometo que de hoy en adelante, todo será diferente. Te amo.
Tu Esposa

Cuando el marido regresó del trabajo, al abrir la puerta notó algo distinto; el olor a comida, las velas en la mesa, su música favorita sonando suavemente y la nota en el sofá. Cuando la mujer salió de la cocina con la fuente en la mano, lo encontró tirado en el sillón llorando como un niño. Dejó la fuente, corrió a abrazarlo y no necesitaron decirse nada, lloraron juntos, él la alzó en sus brazos y la llevó hasta la cama; hicieron el amor con la misma pasión del primer día. Luego comieron la exquisita comida que ella había preparado, rieron mucho mientras recordaban anécdotas graciosas de los niños haciendo travesuras en la casa.

Él la ayudó a levantar la mesa como siempre lo hacía, y mientras ella lavaba los platos, vio por la ventana de la cocina que en el jardín estaba el ángel. Salió llorando y le dijo:
- Por favor ángel, intercede por mí. No quiero a este hombre sólo en este día. Necesito un tiempo más para poder impulsarlo con sus cuadros, y tratar de reconstruir esas cartas que sólo para mí y con tanto amor había escrito. Te prometo que en poco tiempo, él estará feliz, seguro; y ahí sí podré ir donde me lleves.

El ángel le contestó:
- No tengo que llevarte a ningún lado, Mujer. Ya estás en el cielo, te lo has ganado. Recuerda el infierno donde has vivido y nunca olvides que el cielo siempre está al alcance de tu mano.

La mujer oyó la voz de su marido que desde la cocina le gritaba:
- “Mi amor, hace frío, ven a acostarte, mañana será otro día”.
Sí -pensó ella-, gracias a Dios, mañana será otro día…

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Para meditarlo:
Usted, que reclama lo que no recibe, ¿ya pensó en lo que no da?

Usted, que se lamenta porque sufre, ¿ya pensó en cuánto hace sufrir?

Usted, que acusa a la ignorancia, ¿ya evaluó sus conocimientos?

Usted, que condena el error, ¿ya percibió cuánto erró?

Usted, que se dice amigo sincero, ¿ya se analizó con sinceridad?

Usted, que se queja de penurias, ¿ya vio cuánto posee más que los otros?

Usted, que critica el mundo, ¿ya hizo algo para mejorarlo?

Usted, que sueña con el cielo, ¿cuánto ha hecho para extinguir el infierno?

Usted, que se dice modesto, ¿se sentiría orgulloso de parecer humilde?

Usted, que condena el mal, ¿ha procurado difundir el bien?

Usted, que deplora la indiferencia, ¿ha sembrado el amor?

Usted, que se aflige con la pobreza, ¿ha usado bien sus riquezas?

Usted, a quien le duelen las espinas, ¿ha cultivado rosas?

Usted, que tanto lamenta las tinieblas, ¿ha esparcido luz?

Usted, que se ocupa de sí mismo, ¿se ha preocupado de los demás?

Usted, que se siente tan pequeñito, ¿ha procurado crecer?

Usted, que se queja de soledad, ¿ha brindado su compañía a un amigo?

Usted, que se asusta ante la enfermedad, ¿que ha hecho por su salud?

Usted, que anhela la concordia, ¿ha combatido la discordia?

CONSEJOS DE UN PADRE MILLONARIO $$$ A SU HIJO !


Jackson Brown es un padre preocupado por la felicidad de su hijo y por ello le escribió estos "consejos" cuando este se fue a estudiar a la Universidad, lejos de su casa.

Su hijo decidió fotocopiarlos y los distribuyó entre sus compañeros.
 

Los mensajes tuvieron tanto éxito, que una editorial le pidió autorización a Brown para editar un libro con ellos, Life's Little Instruction Book, una publicación que rápidamente se convirtió en un best seller traducido a varios idiomas.

Cásate con la persona correcta. De ésta decisión dependerá el 90% de tu felicidad o tu miseria.
 

Observa el amanecer por lo menos una vez al año.
 

Estrecha la mano con firmeza, y mira a la gente de frente a los ojos.
 

Elige a un socio de la misma manera que elegirías a un compañero de tenis: busca que sea fuerte donde tú eres débil y viceversa.
 

Desconfía de los fanfarrones: nadie alardea de lo que le sobra.
 

Recuerda los cumpleaños de la gente que te importa.
 

Evita a las personas negativas; siempre tienen un problema para cada solución.
 

Maneja coches que no sean muy caros, pero date el gusto de tener una buena casa.
 

Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
 

No hagas comentarios sobre el peso de una persona, ni le digas a alguien que está perdiendo el pelo. Ya lo sabe.
 

Recuerda que se logra más de las personas por medio del estímulo que de reproche (dile al débil que es fuerte y lo verás hacer fuerza).
 

Aprende a mirar a la gente desde sus sandalias y no desde las tuyas.
 

Muestra respeto extra por las personas que hacen el trabajo más pesado.
 

Haz lo que creas que sea correcto, sin importar lo que otros piensen.
 

Dale una mano a tu hijo cada vez que tengas la oportunidad. 
Llegará el momento en que ya no te dejará hacerlo.
 

Nunca amenaces si no estás dispuesto a cumplir.
 

Ubica tus pretensiones en el marco de tus posibilidades.
 

Recuerda el viejo proverbio: sin deudas, no hay peligros ni problemas.
 

No hay nada más difícil que responder a las preguntas de los necios.
 

Aprende a compartir con los demás y descubre la alegría de ser útil a tu prójimo. El que no vive para servir, no sirve para vivir.
 

Acude a tus compromisos a tiempo. La puntualidad es el respeto por el tiempo ajeno.
 

Confía en la gente, pero cierra tu coche con llave.
Recuerda que el gran amor y el gran desafío incluyen también 'el gran riesgo'.
 

Nunca confundas riqueza con éxito.
 

No pierdas nunca el sentido del humor y aprende a reírte de tus propios defectos.
 

No esperes que otro sepa lo que quieres, si no lo dices.
 

Aunque tengas una posición holgada, haz que tus hijos paguen parte de sus estudios.
 

Haz dos copias de las fotos que saques y envíalas a las personas que aparezcan en las fotos.
 

Trata a tus empleados con el mismo respeto con que tratas a tus clientes.
 

No olvides que el silencio es a veces la mejor respuesta.
 

No deseches una buena idea porque no te gusta de quien viene.
 

Nunca compres un colchón barato: nos pasamos la tercera parte nuestra vida encima de él.
 

No confundas confort con felicidad.
 

Nunca compres nada eléctrico en una feria artesanal.
 

Escucha el doble de lo que hablas (por eso tenemos dos oídos y una sola boca)
 

Cuando necesites un consejo profesional, pídelo a profesionales y no a amigos.
 

Aprende a distinguir quiénes son tus amigos y quiénes son tus enemigos.
 

Nunca envidies: la envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento.
 

La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo.
 

Recuerda que la felicidad no es una meta sino un camino: disfruta mientras lo recorres.
 

Si no quieres sentirte frustrado, no te pongas metas imposibles.

Siempre soy “la muchacha”, “la chacha” *


Sí tengo nombre, pero casi nunca lo usan. Siempre soy “la muchacha”, “la chacha”, “la sirvienta”, “la doméstica”, “la rancha” (que viene de ranchera y chacha), “la gata” y si me va muy bien, “la nana”, el cual ya es muy elegante. Como si diera igual quién soy. Como si no tuviera identidad, personalidad o hasta un físico propio. Hay señores abusivos que me han dicho “princesa”, “nena”, “reina”. Por suerte nunca han abusado de mi, sólo verbalmente. A veces, si por fin deciden decirme por mi nombre, resulta que me lo acaban cambiando, y por pena, no lo corrijo.

Estoy en un trabajo donde, a diferencia de muchos otros, no tengo prestaciones, ni seguro médico. Hablar de liquidación ya es un lujo que sólo algunas llegan a percibir. Para los “patrones” es mucho más fácil acusarnos por alguna tontería para así defenderse y que nosotras perdamos nuestro derecho. Como si lo pidiéramos por abusivas. Como si tuviéramos cuentas de bancos con dinerales ahorrados. Si supieran el tiempo que nos toma ahorrar unos cuantos pesos y lo rápido que desaparecen de nuestras manos por ayudar a la familia. Por años hemos dejado de estar con nuestras familias por estar con las suyas; con ellos, con sus hijos y con sus amigos. A la hora de la despedida, nada de eso importa. Nos volvemos, otra vez, unas extrañas de la calle.

Yo tengo 2 hijos, uno de 9 y otro de 8. Viven de lo que yo les puedo dar, aunque afortunadamente tengo el apoyo de la casa de sus abuelos paternos. Mi ex pareja, padre de mis hijos, nunca ha visto por ellos. Ni un solo centavo. Hoy por hoy, cuento con un sueldo de $7,000 pesos mensuales. Con eso pago escuela, manutención, ropa, medicinas, doctores, gas, luz, regalos, material escolar, uniformes y pasajes, entre otras cosas. Cada 15 días me toca ir a verlos. Hago dos horas de camino, y al llegar, me encuentro con tareas del hogar. Hago el cuarto de los niños, lavo montones de ropa a mano, aprovecho un poco de tiempo con ellos para hacer tareas, y de pronto, ya me toca regresar al trabajo. Me toca volver a despedirme de mis hijos para ir a cuidar niños que no son míos.

De las cosas más horribles que tenemos que pasar siendo “muchachas”, es la cuestión alimenticia en las diferentes casas a las que llegamos. Algunos son religiosos, otros racistas, codos, groseros, o déspotas. Es muy rara la casa a la que puedas llegar, ser recibida amablemente, y te den a entender que esa casa es ahora tu casa. Con los religiosos tenemos que convertirnos en religiosas. Comer igual que ellos. Igual pero no lo mismo. Algunos tienen el congelador dividido porque la pechuga de pollo barata es para nosotras “las sirvientas” y la cara, obviamente para ellos. La verdad eso no me importa mucho. Finalmente esas cosas son tonterías para mi. La comida es comida, sea cara o no. Y cuando uno viene de lugares dónde hay poca comida, pues una pechuga de pollo nos parece una gran opción.

Siempre he sentido muy feo cuando lo primero que me especifican es que nosotras “las chachas” tenemos cubiertos y vajilla diferente. Nuestra boca no puede tocar ningún objeto que vaya a tocar la suya. Aunque la lavemos con cloro y lo desinfectemos. Como si fuéramos animales infecciosos. Como si por tocarlo o beber de ello, los contagiáramos de nuestra pobreza; de nuestros colores, nuestra forma de ser y de donde venimos. Muchos cierran las despensas de comida con llave para que solo agarremos lo que está a la mano. Supongo que creen que todas somos rateras por ser de clase social baja. Sí, efectivamente quisiéramos tener alacenas así de llenas y surtidas en nuestros humildes hogares, pero no por eso vamos a robar. Otros te entregan tu plato a la hora de comer ya servido, y postre… eso no nos toca. En algunas casas hay límite de hora para agarrar comida o usar el microondas. Debemos estar siempre al pendiente de lo que ellos necesitan, sea la hora que sea… pero si nosotros tenemos alguna necesidad, eso no importa. Si tenemos sed o hambre más tarde, nos tenemos que aguantar.

Yo cuido hijos ajenos como si fueran los míos. No creo ser desechable, pero para ellos sí lo soy. Dedico mi tiempo en entretenerlos, lavarlos, vestirlos y hasta educarlos. Los escucho más que su propia madre. Me despierto temprano para tenerlos listos para la escuela mientras sus padres duermen. Los entrego en el camión y regreso a hacer la casa. En las noches, mientras los patrones van a cenar, yo les cuido el sueño y los abrazo en sus pesadillas. He tenido niños que dejan de preguntar por su mamá y se hacen a la idea que la “nueva mamá” soy yo. La señora se hace fantasías de que es una mamá presente por hablar y preguntar por ellos, pero la realidad es que nunca están. Las que siempre estamos, siempre, somos nosotras. Y aun así, nunca somos indispensables.

A los niños los enseñan y les permiten ser groseros. Faltarnos el respeto. Nosotras obviamente tenemos prohibido contestarles. Nos digan o nos hagan lo que sea, no podemos acusarlos. Entre nuestra palabra y la de los niños, siempre gana la de ellos. Aun cuando los papás están presentes, fingen demencia mientras escuchan claramente las groserías. “Eres una tonta y no sabes hacer nada”, “Vete a tu pueblo”, “Esta es mi casa y yo mando”, “Pásame lo que te pedí o te pego”. Están acostumbrados a gritar nuestros nombres o apodos despectivos aunque estén a 5 metros de distancia. “Nanaaaaaaaaaaaaaaaaaa quiero leche”. Ellos nunca se paran para ir a pedirnos las cosas sin gritar. Y lo peor de todo es que los papás hacen exactamente lo mismo. De tal palo, tal astilla. No importa la hora, ni lo que estemos haciendo en ese momento. A veces nos agarran lavando platos o picando cebolla… pero nada de eso importa. Si al instante necesitan algo, hay que aparecerse frente a ellos rápido, limpias y sonrientes.

Hay días que empiezan a las 6 de la mañana y terminan a las 10 de la noche. Realmente agotadores. Son 16 horas continuas de trabajo. De recoger todo lo que ellos tiran si pensar en que yo soy la que se agacha cien veces a levantar todo. Las toallas mojadas y la ropa sucia del piso, los juguetes, los platos sucios por toda la casa, y los 10 cambios de ropa que deja la señora tirados en el clóset. Pero eso sí, si nos tardamos mucho en comer, nos reclaman. Si prendemos la tele para entretenernos, nos reclaman. Si agarramos el celular para tratar de no sentirnos tan lejos de nuestra familia, nos reclaman. Y si nos atrevemos a tomar un pequeño descanso en esas 16 horas, nos pueden hasta correr. Todo el esfuerzo del día, y a veces también de noche, se convierte en nada. Te tachan de “floja y abusiva”.

Claro que hay lavadora y secadora en estas casas. Pero aun así, me siguen pidiendo que lave mucha de la ropa a mano. Me tardo mucho pero a nadie le importa. A veces mis manos, entre el calor de la plancha, la lavada de ropa, el cloro de los platos y el calor del sartén caliente, se enferman. Se envejecen. Duelen. Se vuelven ásperas, duras y con un olor impregnado a químicos. Si nos atrevemos a lavar ropa nuestra en la lavadora, nos va muy mal. Pero aun peor, si mezclamos nuestra ropa con la de los señores, entonces sí, nos mandan de regreso al pueblo. Nuestros trapos sucios se lavan a mano y nunca junto con los de los patrones. Increíble que hasta con la ropa les da miedo que se rocen con nosotros.

He llegado a escuchar “Esta demasiado bueno el postre, guárdalo para otro día. Es una pena que se lo coman las muchachas.” Ese día me dieron ganas de llorar. No por el postre, sino porque yo era tan poca cosa que si yo me lo comía, era igual que tirarlo a la basura. Era un desperdicio. Y aun así, sabiendo eso, escuchando eso, había que seguir con buena cara. “Más vale una sonrisa fingida, que una jeta natural”, ese es mi lema. Incluso cuando escucho que hablan en inglés para que yo no entienda lo que dicen, debo de sonreír y fingir demencia. Porque no se vale ser, no hay esa libertad. Esta en riesgo tu trabajo, tu sueldo, el bienestar de tu familiar, y mucho más. Pero no ser libre casi 25 días al mes, es una tortura.

Mi recámara mide un tercio del cuarto de mis patrones. Dentro de éste se encuentran las literas, el mueble para ropa y el baño. No tiene ventanas. Tratamos, entre mi compañera y yo, de tenerlo lo más limpio posible. Aun así, cuando pasan por ahí mis jefes, veo como dejan de respirar o se tapan la nariz. Supongo que olemos mal. No lo sé. Hay trabajos en los que tenemos que gastar en nuestro propio papel de baño, shampoo, enjuague, jabón, kleenex, etc. A algunas no las dejan bañarse diario porque consumen gas y agua. Otras deben bañarse diario pero a cierta hora del día para usar el mismo gas que el resto de la familia. Si se nos funde un foco, pueden pasar días o semanas en lo que nos lo arreglan. Si tenemos frío en la noche, no hay más colchas para nosotros. Si el colchón es viejo y duele, aunque nos lastime la espalda, eso es lo que nos tocó, y ni modo.

La frase que más me molesta es cuando nos dicen “tu eres como de la familia”. ¿Qué quiere decir eso… ? ¿Soy o no soy? A veces me siento de la familia porque estoy más presente con los niños que nadie. Más que los abuelos, que los tíos, que los primos… inclusive más presente que sus padres. Pero no me dicen “tu eres de la familia”, me dicen “eres COMO de la familia”. Y me queda claro, que el día que decida dejar este trabajo, dejo de ser de la familia. Desaparezco. No hay fotos conmigo. Se borran los recuerdos y de manera instantánea, aparece un remplazo. Y yo me pregunto ¿todos esos años dedicados a esta familia, a esta casa que gracias a mí se ve como un hogar, dónde quedan? ¿todo ese cariño que me tienen los niños, los besos que me da el chiquito, y las risas que compartimos juntos, a dónde quedan?

Hoy tengo la suerte de que me escuches. La posibilidad de pedirte que no cierres los ojos y finjas que nada de esto pasa. Sí pasa. Nos pasa a miles de mujeres todos los días. Y sin afán de darte lástima, espero que mi historia te haga reflexionar y que puedas entenderme. Que valores mi trabajo,  Que te acuerdes que tengo un nombre y apellido y que al igual que tu, me gustaría ser feliz, sentirme orgullosa de quien soy, y mas importante aún, que mis hijos se sientan orgullosos de mi. Esto, sin duda, me ayudará enormemente. Pero en el camino, este cambio te hará mejor persona a ti también.